Nikki es una región situada al noreste de Benín (África), donde crece en abundancia el árbol del karité (Vitellaria paradoxa), un tesoro natural que tan sólo existe en 21 países del mundo, todos ellos en el África subsahariana. Del fruto de este árbol sagrado, vinculado desde tiempo inmemoriales a la cultura y tradiciones de la región, se extrae la manteca de karité, un bálsamo natural con grandes propiedades hidratantes y regeneradoras.
En Benín la manteca de karité acompaña a las personas durante toda su vida. Se usa para proteger la piel de los bebés, hidratar el cabello, cocinar, preparar medicinas y en todo tipo de rituales. Además, este árbol tiene una vinculación especial a las mujeres, ya que son ellas las únicas a las que se les permite convertir el fruto del karité en manteca, a través de un proceso completamente artesanal, un arte custodiado de generación en generación.
Las grandes propiedades de la manteca de karité han hecho que se esté convirtiendo en un ingrediente estrella en la industria cosmética en todo el mundo, y además, un 80% de las exportaciones de nuez de karité se destinan a la industria del chocolate.
El árbol del karité supone, por tanto, una gran oportunidad para fomentar el desarrollo de los países en los que crece, y en particular, mejorar la economía de las mujeres. Sin embargo, su explotación descontrolada puede poner en riesgo esta especie única en todo el planeta. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que este árbol tarda veinte años en dar fruto.
Por otra parte, a pesar de que Benín es una de las potencias mundiales productoras de karité, es uno de los países más pobres y con menos recursos del mundo, y en Nikki en concreto, existen grandes deficiencias en el acceso a necesidades básicas como el agua potable, saneamiento o educación. Allí, las mujeres productoras de manteca no tienen acceso a un mercado donde vender su producción en condiciones justas.
La ONG OAN International, formada por universitarios y jóvenes profesionales, centra su actividad en Nikki, llevando a cabo proyectos con la comunidad, que fomentan el desarrollo de esta población rural en la cual la agricultura y la ganadería son las principales actividades económicas.
En este contexto es donde nace el proyecto Nikarit, que pretende unir la creciente demanda de manteca de karité en Europa, con la alta oferta de dicho producto en Benín, a través de un modelo de emprendimiento social, justo con las productoras y sostenible para el medio ambiente.
Un proyecto con el que queremos contribuir al empoderamiento de las mujeres de Nikki, pero además, concienciar sobre la importancia de preservar el tesoro natural que es el árbol del karité. Esta responsabilidad no es sólo de los países de origen, como Benín, sino que nos atañe a cada uno de nosotros en Europa y el resto del mundo, como consumidores.
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